El Perú necesita de Fátima Visteis el infierno, a donde van las almas de los pobres pecadores. Para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón.
CampañasTienda VirtualTesoros de la FeDonaciones



«Tesoros de la Fe» Nº 9 > Tema “Las mil devociones a la Santísima Virgen en el Perú”

Página Mariana  [+]  Versión Imprimible
AbcAbcAbc

La Santísima Virgen de Cocharcas


Nuestra Señora de Cocharcas


«Cocharcas» significa en quechua «pantano» o «lugar cenagoso». En la noche oscura del paganismo, en medio de un lodazal, surgió el lirio de la devoción a la purísima Virgen de la Candelaria. Encandiló al indio y lo condujo a la práctica de la religión verdadera. Hoy, en medio del terrible pantano moral en que nos encontramos, volvamos las miradas a la Virgen de Cocharcas, para que haga renacer en el Perú esa misma Fe y devoción mariana, apresurando así el triunfo de su Inmaculado Corazón.


En las márgenes del río Pampas, en la provincia de Chincheros, Apurímac, sobre una florida meseta está situado este monumental Santuario Mariano.

Su historia remonta a los primeros tiempos del Virreinato. Hacia fines del siglo XVI vivía en San Pedro de Cocharcas un joven, descendiente del curaca Chuquisullca, llamado Sebastián Quimichi. En la víspera de la fiesta patronal, se hirió con un hacho de maguey encendido, cuyas astillas le atravesaron la muñeca de lado a lado. Lisiado y desdeñado en su tierra, se fue al Cusco a buscar trabajo. Allí, en casa de una palla (dama noble) del linaje de los Incas, se enteró que la Santísima Virgen tenía un santuario en el Collao, al borde del Titicaca, donde obraba incontables prodigios. Lleno de confianza, decidió marchar a Copacabana.

Puesto en camino, una noche tuvo un sueño sobrenatural, y al despertar descubrió que las astillas, que hacía tanto tiempo tenía dentro de la mano, habían quedado fuera sin lesión ni dolor alguno. Al llegar al santuario, completamente recuperado, sintió un gozo y una paz indefinibles y, postrándose ante el altar de María, dejó que sus ojos y su alma le expresasen con lágrimas y suspiros la gratitud de su corazón. En retribución, se propuso llevar a su pueblo una copia de aquella imagen y promover su culto.

Para tal fin, viajó a La Paz y después a Potosí a la procura de limosnas. Con ellas adquirió, de regreso a Copacabana, una réplica de la venerada imagen que el propio escultor de ésta, Francisco Tito Yupanqui, había tallado para un clérigo del Tucumán fallecido antes de serle entregada. Feliz con su preciado tesoro, Sebastián iba ya a partir, cuando sucede algo inesperado: el Prior del Santuario ordena incautarle la imagen. Al parecer, supuso que el devoto había recogido esas limosnas a nombre de la Virgen del Lago y sin la autorización competente. Como ni sus ruegos, ni sus explicaciones bastaron, el buen Quimichi decidió ir hasta Chuquisaca y exponer ante el Obispo y la Audiencia la justicia de su causa. Finalmente, tras mover cielo y tierra pudo rescatar su  imagen.

El retorno a Cocharcas fue un continuo triunfo: “Iba por el camino Sebastián con sus compañeros —narra el cronista Fernando de Montesinos— cantándole a la Virgen grandes elogios, que los montes y las peñas y los caminos se allanaban, dando paso a la Virgen, y que por donde pasaba, salían rosas, alhelíes y clavelinas y todas flores”. No escasearon los favores de Nuestra Señora a aquellas gentes sencillas, como tampoco faltaron las contradicciones. Al llegar a Urcos, extrañó al cura que un indio causase tanto alboroto y que, sin la autoridad del Prelado del Cusco, promoviese estas demostraciones. Avisó al Obispo, Don Antonio de la Raya, y éste ordenó que antes de entrar en la ciudad, decomisaran la imagen y condujesen a Sebastián a su palacio.

El devoto indio fue encarcelado y la imagen llevada a la Iglesia de la Compañía. Luego que todo se aclaró, el Prelado le autorizó a proseguir su viaje. Este incidente sirvió para que trascendiese más lo que ya se sabía de esta imagen y dio ocasión a que los vecinos del Cusco la honrasen y aclamasen. El Obispo concedió asimismo la facultad de venerarla en San Pedro de Cocharcas y fundar una cofradía en su honor.

Por fin, la sagrada imagen llega a Cocharcas

Fernando de Montesinos nos relata la llegada de la imagen a Cocharcas (pocos años después de la entrada de su gemela a Copacabana, en 1583): “Hubo muchas fiestas en el recibimiento de la imagen, danzas, cofradías de toda la doctrina con sus pendones, arcos de flores y regocijos de fuego. Entró en su casa la soberana Señora por el mes de Setiembre del año 1598; así como la imagen divisó el pueblo, comenzó a llover, estando sereno el cielo, y continuó la lluvia hasta que llegó a la iglesia; que se advierte, por presagio de bienes, en la relación desta historia, que se guarda en aquella santa Iglesia. Pusieron la imagen en el altar mayor, y luego comenzó Dios a obrar por ella grandes maravillas. Al principio se iban pintando los milagros; hoy como son tantos, no se cuida desto”.

Pasado algún tiempo, viendo lo pobre que estaba su iglesia, Sebastián emprendió otra peregrinación a Chuquisaca para conseguir más limosnas. Sin embargo, en Cochabamba le aguardaban nuevas aflicciones: el vicario, no dando crédito a las licencias que portaba, rasgó los papeles y le incautó lo recolectado. Al fin, el piadoso Sebastián cayó gravemente enfermo y, con cristiana resignación, entregó santamente su alma al Creador.

Al poco tiempo el dinero fue liberado y destinado a las mejoras del templo. Fue el primer Obispo de Huamanga, Fray Agustín de Carvajal, quien dispuso que la fiesta de la Virgen se trasladase al 8 de setiembre, dado que el 2 de febrero coincide con la estación de lluvias, lo cual era un obstáculo para la afluencia de peregrinos y una amenaza constante para los que se arriesgaban a llegar hasta el santuario.

En 1623 se le dedicó una nueva iglesia, que años más tarde reedificó y culminó el ilustre Obispo de Huamanga, Don Cristóbal de Castilla y Zamora. En un letrero, aún visible, se lee: “Acabóse esta Iglesia y Retablo de Ntra. Sra. de Cocharcas. Año 1675”. Su amplio interior atrae la atención por las muchas pinturas que decoran los muros, encerradas todas en valiosos marcos. Mons. Fidel Olivas Escudero hizo trasladar los restos de Sebastián a la sacristía el 14 de setiembre de 1903 y en la lápida que los cubre hizo grabar la siguiente inscripción: “Aquí yacen los restos de Sebastián Martín, Quimichu de la Virgen de Cocharcas. Año 1600”.

El Santuario de Cocharcas

Vicisitudes de una devoción cuatricentenaria

Tal es el más notable santuario de los Andes del Perú, tan afamado en los tiempos virreinales y cuya romería, concurridísima antaño, daba ocasión a una feria que ha decaído con el tiempo. También la iglesia ha sufrido algún deterioro, en especial a raíz del incendio de 1992. Y el tesoro de la imagen ha disminuido notablemente: el anillo de oro obsequiado por el Papa en 1600, las coronas imperiales donadas por los Reyes de España, la valiosa custodia del Santísimo y hasta el viejo libro manuscrito con la historia original, han desaparecido.

La venerada imagen de la Mamacha Cocharcas es una hermosa talla en madera policromada de regular tamaño. No sobresale por la finura de sus rasgos, pero es devota y tiene indudable parecido con su gemela de Copacabana. De pie, sostiene al Niño en su brazo izquierdo y la consabida candela y el canastillo en el derecho. Sobresale el amplio manto y el vestido, riquísimamente bordados.

En 8 de setiembre de 1946 se realizó la solemne coronación canónica de la imagen, precedida de una asamblea mariana en Ayacucho, a la que siguió un Congreso Mariano realizado en torno al mismo santuario.

La popularidad de esta devoción determinó que se extendiera rápidamente a otros valles. Existen réplicas de la Virgen de Cocharcas, por ejemplo, en el distrito de Sapallanga, en Huancayo, así como en Orcotuna. También en Lima hay un templo de esta advocación, cuyo origen data de tiempos virreinales, situado en el Jr. Huánuco, en Barrios Altos.     


Obras consultadas.-

  • Mons. Enrique Pélach y Feliu, Nuestra Señora de Cocharcas, Editorial Andina, Abancay, 1972.
  • P. Rubén Vargas Ugarte  S. J., Historia del Culto de María en Iberoamérica y de sus imágenes y santuarios más celebrados, Madrid, 1956.
  • José de la Riva-Agüero y Osma, Paisajes Peruanos, Instituto Riva-Agüero de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 1995.




  




Artículos relacionados

La Mamacha Carmen de Paucartambo
La Linda de la Catedral
La Virgen Asunta de Tiobamba
La Virgen del Carmen de la Legua
María del Buen Suceso y el Púlpito de San Blas
Nuestra Señora del Milagro de Lima
La Virgen de Chapi
Nuestra Señora de Caype
Nuestra Señora de la “O”
Nuestra Señora de Guadalupe - La Cuatricentenaria Virgen de Pacasmayo







Informe de sus aportes a la Alianza de Fátima ¿Necesita que alguien rece por usted? Advocaciones marianas en el Perú Suscríbase a nuestro boletín


COVID-19
¿El coronavirus es un castigo divino?
La pandemia y los grandes horizontes de Fátima
Mons. Athanasius Schneider: Nos gloriamos en las tribulaciones
Remedio seguro contra la “coronafobia”
Cardenal Raymond Leo Burke: Mensaje sobre el combate contra el coronavirus



Peregrinando
La Revolución de la Sorbona: París, Mayo de 1968
Después de la Crucifixión, el triunfo de nuestro Redentor
Nuestra Señora de la Buena Guardia
Fiesta de la Purificación de María Santísima
El galeón sumergido: símbolo de la esperanza
Loreto, la nueva Nazaret
El Milagro del Sol
San Nuno de Santa María
En la lucha contra el jefe del orgullo sigamos al Príncipe San Miguel
La sagrada Rosa de la Ciudad de los Reyes
La devoción al Inmaculado Corazón de María
El Jardín de Picpus
La gracia de Fátima actuando en Ucrania
Nuestra Señora de la Cabeza Inclinada
La crucifixión y muerte de Jesucristo
Confianza en María Inmaculada aun cuando todo parezca perdido
En este siglo de confusión, oh Madre del Buen Consejo, ruega por nosotros
Navidad
Fátima y el comunismo: dos profecías irreconciliables
150 años de la Comuna de París
San Juan Masías
Rosa de Santa María
Iglesia y Estado: ¿unión o separación?
Remedio eficaz contra los males contemporáneos
Las glorias de María
Santo Toribio de Mogrovejo
La Sagrada Túnica de Nuestro Divino Redentor
Santa Bernadette Soubirous
Corrupción en la sociedad: ¿Existe una solución?
Fiesta de gloria y de paz
Intransigencia de los Santos: irreductible fidelidad a su misión
Cristiandad
El ángel de la guarda, nuestro verdadero amigo
La Asunción de María Santísima
¡Vade retro Satanás!
El Santísimo Sacramento de la Eucaristía
La Madonna de Monte Bérico
Remedio seguro contra la “coronafobia”
El Hijo de Dios condenado por el más arbitrario de los procesos
Santa Jacinta de Fátima: Centenario de su fallecimiento (1920-2020)
La actitud católica frente a la muerte y la concepción materialista
¿Cómo rezar bien el rosario en honor a la Virgen María?
Grandezas y glorias de San José
Presencia diabólica en el mundo de hoy
Los rostros de la Virgen en el Perú
La Visita a los Monumentos - Jueves Santo
Un remedio eficaz contra la amnesia religiosa
Santidad: la verdadera gloria de Francisco y Jacinta



 



Tesoros de la Fe


Nº 257 / Mayo de 2023

París, Mayo de 1968
La Revolución de la Sorbona

Barrio Latino de París, en la mañana del 11 de mayo de 1968, después de los violentos disturbios de la víspera



Solicite aquí la visita de la Virgen Peregrina de Fátima




Santoral

10 de junio

San Itamar, Obispo y Confesor

++ 656 . Natural de Kent, fue el primer obispo anglo-sajón nombrado para una sede inglesa, sucediendo a San Paulino como obispo de Rochester.



San Getulio y Compañeros, Mártires

++ Séc. III . “Varón de gran nobleza y cultura, padre de siete bienaventurados mártires tenidos de su esposa Santa Sinforosa; también fueron mártires sus tres compañeros, Cereal, Amancio y Primitivo” (Martirologio Romano).








Ayude a difundir el mensaje de Fátima
Alianza de Fátima | Donaciones | Solicite visita de la Virgen | Tienda Virtual

Campaña promovida por la Asociación Santo Tomás de Aquino
Tomás Ramsey 957, Magdalena del Mar - Lima - Perú
..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... .....