“Si amamos a Dios sobre todas las cosas, inmolémonos por Él. Si amamos al prójimo como a nosotros mismos, démosle la Fe, nuestro mayor Tesoro” – Plinio Corrêa de Oliveira
Si el mundo católico no reacciona,
nos aguardan días
difíciles. Incontables fieles
son perseguidos por el “crimen” de
perseverar y defender la moral según
la doctrina del Magisterio de la
Iglesia Católica.
Felices los que sufren persecuciones por amor a la justicia.
Esta bienaventuranza, la última
en su categoría es la primera en la estima, y la considero como la suprema felicidad de la vida presente.
En el año 1910 en su propiedad ubicada en los alrededores de la pequeña Cluny (Saone-et-Loire,Francia), Guillermo el Piadoso, duque de Aquitania, acompañado por San Bernón de Baume fundaba una abadía que tendría un preponderante papel en la reforma religiosa de su tiempo.
La escena que Tesoros
de la Fe presentó en su portada del mes de diciembre no
es propiamente de la gruta o
establo de Belén, sino de la
Adoración de los Reyes Magos, que se produjo algún
tiempo después, en una casa
en la misma ciudad, donde la Sagrada Familia se había
trasladado, conforme se lee
en el Evangelio de San Mateo (cf. 2, 11).
El comentario que acompaña a esta fotografía, ¿tendrá muchos o pocos lectores?
Es lo que nos preguntamos, al entregar a la apreciación de ellos el cuadro del pintor alemán Wilhelm Leibl, expuesto actualmente en el Museo Oskar Reinhart, Winterthur, Suiza.
+349, d.C. Tréveris. Dejó el país natal atraído por la fama de las virtudes de San Agricio, Obispo de Tréveris, de quien se tornó discípulo. Con la muerte de éste, fue elevado a aquella Sede, donde se notabilizó por la intrépida defensa de la ortodoxia (= verdadera doctrina) y al acoger a San Atanasio, entonces exiliado.