Recorriendo el Perú con María
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Más aún, después de 25 años de esfuerzos, se logró finalmente llegar a las últimas capitales regionales que aún no habían recibido a la Virgen de Fátima desde que se forjó esta iniciativa mariana.
Resulta verdaderamente difícil, sino imposible, transmitir con todos sus detalles la intensa emoción que embargó a los olvidados pueblos de Huancavelica y Pasco al dar acogida a tan ilustre visitante. Para esos miles de paisanos que veneran entrañablemente a la Santísima Virgen y le tributan una tierna devoción, el recuerdo imborrable de su imagen ha quedado para siempre grabado en lo más hondo de sus corazones.
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En seguida se visitó Huancayo, Chupaca, Concepción, Jauja, Tarma, Acobamba, La Merced y San Ramón, en la región Junín.
En noviembre, la Virgen llegó por primera vez a la ciudad de Cerro de Pasco, situada a 4.338 m.s.n.m., recorriendo además las localidades de Villa Rica (en la selva) y Huariaca (en el límite con Huánuco), en la misma región Pasco. En lo que restó del año 2009 se realizaron también visitas en Cajamarca, Trujillo y Lima.
Al comenzar el año 2010 la Virgen Peregrina viajó al Callejón de Huaylas, donde fue recibida por decenas de familias en Huaraz, Carhuaz, Yungay y Caraz.
En febrero se visitó Chachapoyas, Bagua Grande y Utcubamba.
En los meses de marzo y abril se efectuaron algunas visitas en ciudades como Lima, Trujillo y Chimbote, además de la encomiable participación de los voluntarios más jóvenes de la campaña en una caravana de verano.
Tal actividad que desarrollada durante el período de la Cuaresma, consistió en la difusión de nuestras publicaciones de puerta en puerta por el sur del país.
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Finalmente, a comienzos de julio los peregrinos llegaron en compañía de la Virgen de Fátima a la ciudad de Arequipa, con el propósito de visitar al mayor número de familias. Ardua tarea en la cual se encuentran empeñados hasta el momento en que se redacta esta nota. Pero reconfortante a la vez, porque así son testigos de las maravillas que la Santísima Virgen opera a diario sobre las almas de quienes tienen la dicha de recibirla en sus hogares.
Ellas podrán ahora exclamar llenas de júbilo con Santa Isabel: ¡De dónde a mí tanto bien que venga la Madre de mi Señor a visitarme! (Lc. 1, 43).