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«Tesoros de la Fe» Nº 44 > Tema “Historia de la Iglesia”

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Las profecías de San Malaquías


PREGUNTA

De tiempo en tiempo, como a raíz de la muerte de Juan Pablo II, se habla mucho sobre las profecías de San Malaquías.

Tal vez usted quisiera explicar a los lectores qué son esas profecías y si ellas son apoyadas por la Iglesia Católica.


RESPUESTA

Las referidas profecías de San Malaquías sobre los Papas son consideradas por muchos estudiosos como una mistificación, es decir habrían sido inventadas, y por lo tanto serían enteramente desprovistas de credibilidad. Algunos le dan un cierto crédito. Ciertas coincidencias curiosas hicieron con que alcanzasen notoriedad a lo largo de los tiempos, y con eso vuelven siempre a la palestra con ocasión de la muerte de un Pontífice y la elección de su sucesor. En una ocasión como ésa, tan extremadamente importante para la vida de la Iglesia, sirven más para comunicar un cierto atractivo intelectual a los comentarios y conversaciones, que para hacer análisis y pronósticos enteramente fundamentados.

San Malaquías y sus “profecías”

San Malaquías, de origen noble, nació en Irlanda en 1094 (ó 1095, la fecha no es segura) y fue electo Arzobispo de Armagh en 1132. Murió en 1148 en Claraval, Francia, asistido por San Bernardo, del cual se hiciera amigo y quien escribió un libro sobre su vida. Fue canonizado en 1190 por el Papa Clemente III. Tiene profecías sobre Irlanda, además de haber anunciado el día de su propia muerte (2 de noviembre).

En el libro de Wion, editado en Venecia en 1595, las Profecías de San Malaquías ocupan cinco páginas, aquí reproducimos la primera

En 1139, fue a Roma a presentar un informe de su diócesis al Papa Inocencio II, en esa ocasión habría tenido la visión en la cual se desplegó ante su mente la lista de los 112 pontífices que gobernarían la Iglesia desde Celestino II, electo en 1143, hasta el fin de los tiempos. A cada pontífice le era indicado no el nombre que adoptaría, sino una divisa o dístico que constaba de dos, tres o hasta cuatro palabras latinas —con excepción del último, de cual hablaremos más adelante—, que caracterizaba al papa elegido o a su pontificado. Se dice que para consolar a Inocencio II en medio de sus tribulaciones, habría entregado al Pontífice el manuscrito con la descripción de la visión que tuvo. El manuscrito habría permanecido en los Archivos Romanos hasta su descubrimiento en 1590, siendo poco después divulgado por el benedictino Arnold de Wion, que lo incluyó en su libro Lignun Vitae [El Árbol de la Vida], editado en Venecia en 1595. El silencio de San Bernardo a respecto de esa revelación, en su biografía de San Malaquías y el hecho que el manuscrito haya permanecido 450 años desconocido por los estudiosos del Papado, son argumentos para poner en duda su autenticidad.

The Catholic Encyclopedia, editada en Nueva York en 1913 (estábamos entonces en los felices tiempos en que la Iglesia era gobernada por San Pío X), observa que esos argumentos, aunque fuertes, no son concluyentes. Pues no es raro que documentos queden olvidados en un archivo hasta que alguien los exhume y muestre su importancia. La enciclopedia católica norteamericana tiende a aceptar la autenticidad de esas profecías. Dice la enciclopedia: “Aquellos que vivieron y siguieron el curso de los acontecimientos de una manera inteligente durante los pontificados de Pío IX [1846-1878], León XIII [1878-1903] y Pío X [1903-1914] no pueden dejar de sorprenderse con los títulos otorgados a cada uno en las profecías de San Malaquías y su maravillosa propiedad: Crux de cruce (Cruz de la cruz) Pío IX; Lumen in coelo (Luz en el cielo) León XIII; Ignis ardens (Fuego ardiente) Pío X. Existe más que una coincidencia en las designaciones dadas a estos tres papas muchos siglos antes de su tiempo. No necesitamos recurrir ni a nombres de familia, escudos de armas o títulos cardenalicios para ver lo adecuado de sus designaciones en las profecías. Las aflicciones y cruces de Pío IX fueron mayores de las que cupieron a sus predecesores; y las más graves de esas cruces le vinieron de la Casa de Saboya, cuyo emblema era una cruz. León XIII fue una verdadera luminaria del papado. El papa actual [San Pío X] es realmente un fuego ardiente de celo por la restauración de todas las cosas en Cristo” (op. cit., vol. XII, p. 476).

San Malaquías nació en Irlanda en 1094 y fue electo arzobispo de Armagh en 1132

Algunos argumentos contrarios

No obstante, la Enciclopedia Cattolica, editada en la Ciudad del Vaticano en 1951, se pronuncia contra la autenticidad de esas profecías: “El carácter apócrifo resulta del examen de la propia profecía, que debe haber sido escrita apenas algunos años antes de su publicación. En efecto, desde Celestino II [1143-1144 primero de la lista] hasta Gregorio XIV (excluido) [1590–1591; el primero después de la fecha que la Enciclopedia considera como siendo la de la elaboración de la lista] los breves dísticos aplicados a los pontífices están en relación con el blasón, con el nombre de la familia, con el nombre de bautizo, con el título cardenalicio o con el lugar de origen del Papa. De Gregorio XIV en adelante, por el contrario, los dísticos se vuelven enigmáticos y si algunos son apropiados, la mayor parte permanece envuelta en una gran incertidumbre, muchos son absolutamente fútiles y sólo a la fuerza se dejan relacionar con la historia real (cf. Pastor)” (op. cit., vol. VII, col. 1885).

La conocida Historia de la Iglesia Católica, de la B.A.C., repite más o menos los mismos argumentos: “Deben haber sido compuestas [las referidas profecías] alrededor de 1590 por un falsificador anónimo. De ahí que los 74 Papas anteriores a esa fecha estén bien caracterizados, atendiendo generalmente al lugar de nacimiento, a la familia, al blasón, etc. Los dísticos siguientes son vagos e imprecisos, aunque no se pueda negar el acierto fortuito en algunos casos [...]; sin embargo, la mayoría no tiene conexión alguna con el interesado, o son tan generales que se podrían aplicar a cualquiera” (Ricardo García-Villoslada  S.J., op. cit., Madrid, 1976, vol. II, p. 432).

“Petrus Romanus”, el último Papa

Después de San Pío X, ya mencionado, la lista de San Malaquías presenta apenas ocho dísticos más: Religio depopulata – La Religión despoblada (Benedicto XV, 1914-1922); Fides intrépida – Fe intrépida (Pío XI, 1922-1939); Pastor Angelicus – Pastor Angélico (Pío XII, 1939-1958); Pastor et Nauta – Pastor y Navegante (Juan XXIII, 1958-1963); Flos florum – Flor de las flores (Paulo VI, 1963-1978); De mediate Lunae – De la media luna (Juan Pablo I, 1978); De labore solis – Del eclipse del Sol (Juan Pablo II, 1978-2005); Gloria olivae – Gloria del Olivo (Benedicto XVI, 2005, Pontífice reinante). En total, 111 dísticos.

Sería muy largo comentar cada uno de esos dísticos y la interpretación que les es dada. Registremos apenas el de Benedicto XV, que presenta una coincidencia curiosa: durante su pontificado ocurrió la Primera Guerra Mundial (1914-1918), la más mortífera hasta entonces, seguida de la epidemia de la “gripe española”, que hizo víctimas en todo el mundo. Se explicaría así el mote Religio depopulata, es decir, la Cristiandad despoblada, aplicado al pontificado de Benedicto XV.

Al último Papa de la lista de San Malaquías, no obstante, no le es dedicado un dístico, sino una frase entera: “Durante la última persecución de la Santa Iglesia Romana se sentará [en la Cátedra pontificia] Pedro Romano, que apacentará a su grey en medio de muchas tribulaciones; cuando estas hubieren terminado, la ciudad de las siete colinas [Roma] será destruida, y el tremendo Juez juzgará a su pueblo. Fin”.

Parece una alusión al fin del mundo y al Juicio Final

La Catedral de San Patricio (1873)

Aquí reside una perplejidad más suscitada por las referidas profecías de San Malaquías, pues varias revelaciones privadas prevén un gran triunfo de la Santa Iglesia antes del fin del mundo. La de Fátima, por ejemplo, habla de un tiempo de paz que sería concedido al mundo —la instauración del Reino de María— después de castigos tremendos: “Los buenos serán martirizados, el Santo Padre tendrá mucho que sufrir, varias naciones serán aniquiladas; por fin, mi Inmaculado Corazón triunfará. El Santo Padre me consagrará a Rusia, que se convertirá y será concedido al mundo algún tiempo de paz. En Portugal se conservará siempre el Dogma de la Fe...”. Similar previsión hace San Luis Grignion de Monfort, en su célebre Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen, el cual especifica que el advenimiento  del Reino de María significará el advenimiento del Reino de Cristo (cf. nº 217), reino eterno y universal que en esta Tierra es su Iglesia: reino de verdad y de vida, reino de santidad y de gracia, reino de justicia, de amor y de paz (Prefacio de la liturgia de la Fiesta de Cristo Rey).

No se debería, pues, esperar como inminente el fin del mundo, lo que constituye otro embarazo más para interpretar las profecías de San Malaquías.

Ante lo expuesto, se comprenderá la prudencia que es necesario tener con relación a estas “profecías”, incluso si la persona quisiera utilizarlas como mero ornamento literario de los comentarios que quiera hacer sobre este o aquel pontificado. Y mantener la tranquilidad de alma para servir decididamente a la Santa Iglesia en cualquier circunstancia que el futuro nos depare.     





  




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