El Perú necesita de Fátima Los buenos serán martirizados, el Santo Padre tendrá mucho que sufrir, varias naciones serán aniquiladas; por fin, mi Inmaculado Corazón triunfará.
CampañasTienda VirtualTesoros de la FeDonaciones



«Tesoros de la Fe» Nº 183

Vidas de Santos  [+]  Versión Imprimible
AbcAbcAbc

San Gregorio de Nisa

Obispo, Confesor y Doctor de la Iglesia

Oriundo de una familia de santos, ilustró con su doctrina a la Iglesia en el siglo IV, combatiendo las perniciosas herejías de la época, principalmente el arrianismo

Plinio María Solimeo

Este ilustre Doctor de la Iglesia, junto con su hermano mayor, san Basilio Magno, y su gran amigo, san Gregorio Nacianceno, son los llamados “Padres Capadocios” o “Lumbreras de Capadocia”, por su santidad, doctrina y ortodoxia. Quedaron conocidos por esta fórmula: “Basilio, es el brazo que actúa; Gregorio Nacianceno, la boca que habla; y, Gregorio de Nisa, la cabeza que piensa”.1

Gregorio de Nisa nació en el Ponto —región de Cesarea de Capadocia—  alrededor del año 335, en el seno de una familia de santos. Sus abuelos, sus padres y sus hermanos Basilio, Macrina y Pedro de Sebaste fueron también elevados a la honra de los altares. Otro hermano, Naucracio, graduado en derecho, se inclinaba por la vida ascética, pero murió muy joven y no pudo realizar sus deseos. En carta a Pedro, Gregorio manifiesta los sentimientos de profunda gratitud que ambos compartían hacia el primogénito, Basilio. Gregorio se refiere a él como “nuestro padre y nuestro maestro”, lo cual lleva a suponer que Basilio, mucho mayor que sus hermanos, tuvo un importante papel en su educación.

Viviendo en una casa que era una verdadera escuela de santidad, Gregorio fue desde niño inclinado a la virtud. Muy propenso al estudio, cursó con éxito las bellas letras, convirtiéndose en un oráculo de elocuencia. Por lo que se deduce de una carta de san Gregorio Nacianceno, las enseñanzas de san Basilio Magno servían de antídoto contra las lecciones de las escuelas paganas, que Gregorio de Nisa siguiera en su juventud.

De profesor de retórica a obispo de Nisa

Como sus hermanos, Gregorio también pensó en consagrarse a Dios y siguió la carrera eclesiástica, ejerciendo el cargo de lector. Sin embargo, parece que se dejó seducir por el magisterio y, no sin cierto escándalo para sus hermanos, abandonó la carrera eclesiástica, comenzó a enseñar retórica y se casó con una piadosa mujer, de gran mérito, llamada Teosobia.

San Basilio en vano intentó hacerle ver el error en que había caído; sin conseguirlo, pidió a un amigo común, san Gregorio Nacianceno, que lo ayudara a llamar al recalcitrante al verdadero camino. Y este lo hizo con éxito, pues Gregorio abandonó la retórica y retomó el estado eclesiástico. Habiéndose, de común acuerdo, separado de su esposa —a quien san Gregorio Nacianceno, en el elogio fúnebre, llama “ornamento de la Iglesia” y “gloria del siglo”— fue ordenado sacerdote.

Al quedar vacante la sede episcopal de Nisa, pequeña localidad a orillas del Halys, en la carretera que va de Cesarea a Ancira, san Basilio, que había sido elevado a la sede episcopal de Cesarea, pensó en su hermano para ocuparla. Tal era el concepto que tenía de él, que escribió a Eusebio de Samosata: “Yo hubiera querido que mi hermano Gregorio gobernara una iglesia proporcionada a su mérito y a su capacidad; es decir, toda la Iglesia que está bajo el sol. Pero al no ser posible, era necesario contentarse con que Gregorio honre el lugar en que sea obispo. La verdadera grandeza no consiste solamente en ser capaz de grandes cosas, sino en poder hacer que parecieran grandes las pequeñas”.2

Quien no concordaba con esa opinión era el propio Gregorio, por juzgar que el cargo estaba por encima de su capacidad. Fue necesario que los obispos de la provincia hicieran violencia, para que aceptara la consagración episcopal.

Perseguido por la herejía arriana

Gregorio demostró desde un comienzo que la elección fue adecuada. Dedicado, caritativo, prudente, su ciencia profunda no lo alejaba de nadie. Practicaba la más extrema pobreza para socorrer a los pobres de Cristo. Velaba sobre todo para que los cánones sagrados fuesen observados con todo rigor, combatiendo el error y la herejía con santo ardor. Ninguna consideración humana le impedía de actuar en aquello que era del munus episcopal.

Lo cual no podía dejar de irritar a los arrianos —los terribles herejes de la época— que lo acusaron a Demóstenes, gobernador del Ponto, adepto de dicha herejía. Este mandó soldados para arrestar al santo obispo, que se dejó llevar sin resistencia. Sin embargo, viendo después que los arrianos no querían dar voz ni cuartel a los obispos fieles, huyó. Fue entonces exiliado por el emperador Valente, seguidor también de la herejía.

Los arrianos convocaron entonces un concilio en Nisa, que condenó a Gregorio. Este fue acusado de dilapidar los bienes de la diócesis y de irregularidad en su elección. Un intruso fue nombrado en su lugar y él se vio obligado a vagar de ciudad en ciudad durante ocho años. Al cabo de aquel tiempo, recibió una carta de Gregorio, el Nacianceno, que se mostró profética: “No te aflijas mucho por las cosas adversas, porque no las tendremos por tan tristes y contrarias, si no nos acongojáramos tanto por ellas. No te espante que los herejes tomen fuerzas, y como serpientes salgan de sus cuevas, convidados de la suavidad de la primavera. Poco les durará el silbar, y se volverán presto debajo de la tierra, vencidos de la verdad y del tiempo; y tanto más presto, si nosotros, sabiendo que Dios es el Señor, le dejáremos hacer y lo pusiéremos todo en sus manos”.3

Los Padres Capadocios, durante algún tiempo, llevaron vida contemplativa en las montañas de Capadocia

Y fue lo que sucedió. Vencido por los godos y quemado miserablemente en una choza, murió Valente, el emperador hereje. Subió al trono imperial su sobrino Graciano, católico fervoroso, que llamó de regreso a los obispos exiliados y les devolvió sus iglesias.

Pero no hay mal que por bien no venga. “El exilio de san Gregorio de Nisa no fue tiempo perdido para la Iglesia. Fue el momento más bello de su vida, porque las iglesias de los lugares por donde sabían que él debía pasar lo llamaban para que los pacificara, y para regular la ortodoxia y la disciplina. San Gregorio Nacianceno dice que esa mudanza continua de lugar en lugar lo volvía semejante al sol que, sin jamás detenerse en lugar alguno, lleva a todas partes el calor, la luz y la fecundidad”.4

Un lucero del concilio de Constantinopla

Apenas vuelto a su diócesis de Nisa, san Gregorio fue llamado el año 379 a Cesarea para asistir a los últimos momentos de su hermano san Basilio. Ese mismo año fue a Antioquía, donde el patriarca san Melecio había convocado un concilio. Como la situación de muchas iglesias había sido arruinada por los herejes que en ellas gobernaron durante el tiempo del emperador Valente, el concilio escogió a los varones más insignes por su santidad y doctrina para que fuesen, como legados de la asamblea conciliar, a las diferentes provincias para restaurar la disciplina eclesiástica y animar a los católicos hasta entonces perseguidos por los herejes. Así san Gregorio de Nisa fue encargado de visitar Arabia y Palestina.

Santa Macrina

Antes de partir a esa misión, un movimiento de la gracia lo llevó a visitar a su hermana, santa Macrina, virgen, en el monasterio que gobernaba con gran sabiduría y santidad. Apenas llegó, supo que ella estaba en trance de muerte.

Gregorio narró después que, al ver postrada en el lecho a su hermana, a quien veneraba como una segunda madre, “estaba todo perturbado, abatido, y no pude retener las lágrimas. Pero ella, lejos de dejarse abatir como yo, aprovechó el momento para decir cosas maravillosas sobre la Providencia divina y sobre la vida futura, de modo que quedé todo transportado y fuera de mí”. Así aquella virgen cristiana enfrentaba la muerte.

De ahí siguió un diálogo tan elevado, que recuerda al de san Agustín con santa Mónica en el puerto de Ostia. San Gregorio se sirvió de él para componer su Tratado sobre el alma y la resurrección. El santo cerró los ojos de su hermana y encomendó su alma a Dios. Después escribió su biografía para edificación de los fieles.

De lo ocurrido en el viaje de san Gregorio a Arabia y Palestina, prácticamente nada se sabe. Pero, por el relato que los otros legados hicieron, se puede inferir que fue muy provechoso para la gloria de Dios y la edificación de los fieles.

San Gregorio de Nisa fue una de las luminarias del Concilio de Constantinopla (381), que formuló la doctrina trinitaria; y tuvo tanta importancia que, a pesar de ser compuesto solo por obispos de Oriente, por lo acertado de sus decisiones fue aceptado como universal por la Iglesia. Este concilio fue uno de los cuatro que el Papa san Gregorio Magno respetaba como los cuatro Evangelios. Durante el mismo, san Gregorio de Nisa conoció y trató familiarmente a san Jerónimo, otro gran Doctor de la Iglesia. Y pronunció la oración fúnebre de san Melecio de Antioquía, presidente de la asamblea, fallecido por entonces. Al año siguiente, participó de otra reunión en Constantinopla, donde pronunció un bello discurso sobre la divinidad del Hijo y del Espíritu Santo.

Por fin, hacia el año 394, avanzado en años y en virtudes, san Gregorio de Nisa fue a recibir en el cielo la recompensa demasiado grande que Dios reserva a los que lo aman.

 

Notas.-

1. P. José Leite SJ, Santos de cada día, Editorial A.O., Braga, 1993, t. I, p. 318.

2. Les Petits Bollandistes, Vies des Saints, Bloud et Barral, París, 1882, t. III, p. 297.

3. P. Pedro de Ribadeneyra SJ, Flos Sanctorum, in Dr. Eduardo María Vilarrasa, La Leyenda de Oro, L. González y Cía., Barcelona, 1896, t. I, p. 557.

4. Les Petits Bollandistes, op. cit. p. 298.



  




Artículos relacionados

Santa Eustoquia, Virgen
San Zacarías I
Beato Esteban Bellesini
San Antonino de Florencia
Santa Margarita María Alacoque
Fray Martín de la Caridad
San José de Calasanz
San Luis: Monarca ejemplar en los anales de la Cristiandad
San Nuno de Santa María
Santa Margarita Clitherow







Informe de sus aportes a la Alianza de Fátima ¿Necesita que alguien rece por usted? Advocaciones marianas en el Perú Suscríbase a nuestro boletín


COVID-19
¿El coronavirus es un castigo divino?
La pandemia y los grandes horizontes de Fátima
Mons. Athanasius Schneider: Nos gloriamos en las tribulaciones
Remedio seguro contra la “coronafobia”
Cardenal Raymond Leo Burke: Mensaje sobre el combate contra el coronavirus



Peregrinando
Nuestra Señora de la Buena Guardia
Fiesta de la Purificación de María Santísima
El galeón sumergido: símbolo de la esperanza
Loreto, la nueva Nazaret
El Milagro del Sol
San Nuno de Santa María
En la lucha contra el jefe del orgullo sigamos al Príncipe San Miguel
La sagrada Rosa de la Ciudad de los Reyes
La devoción al Inmaculado Corazón de María
El Jardín de Picpus
La gracia de Fátima actuando en Ucrania
Nuestra Señora de la Cabeza Inclinada
La crucifixión y muerte de Jesucristo
Confianza en María Inmaculada aun cuando todo parezca perdido
En este siglo de confusión, oh Madre del Buen Consejo, ruega por nosotros
Navidad
Fátima y el comunismo: dos profecías irreconciliables
150 años de la Comuna de París
San Juan Masías
Rosa de Santa María
Iglesia y Estado: ¿unión o separación?
Remedio eficaz contra los males contemporáneos
Las glorias de María
Santo Toribio de Mogrovejo
La Sagrada Túnica de Nuestro Divino Redentor
Santa Bernadette Soubirous
Corrupción en la sociedad: ¿Existe una solución?
Fiesta de gloria y de paz
Intransigencia de los Santos: irreductible fidelidad a su misión
Cristiandad
El ángel de la guarda, nuestro verdadero amigo
La Asunción de María Santísima
¡Vade retro Satanás!
El Santísimo Sacramento de la Eucaristía
La Madonna de Monte Bérico
Remedio seguro contra la “coronafobia”
El Hijo de Dios condenado por el más arbitrario de los procesos
Santa Jacinta de Fátima: Centenario de su fallecimiento (1920-2020)
La actitud católica frente a la muerte y la concepción materialista
¿Cómo rezar bien el rosario en honor a la Virgen María?
Grandezas y glorias de San José
Presencia diabólica en el mundo de hoy
Los rostros de la Virgen en el Perú
La Visita a los Monumentos - Jueves Santo
Un remedio eficaz contra la amnesia religiosa
Santidad: la verdadera gloria de Francisco y Jacinta



 



Tesoros de la Fe


Nº 255 / Marzo de 2023

Oh Virgen de la Guardia
Guarda nuestra fe y la inocencia de los niños

Nuestra Señora de la Buena Guardia, Basílica de Longpont-sur-Orge, en la región Île-de-France



Solicite aquí la visita de la Virgen Peregrina de Fátima




Santoral

1 de abril

San Macario, el Milagroso, Abad

+830, d.C. Asia Menor. Abad de Pelecete, en las proximidades de Constantinopla, se tornó famoso por los milagros que operaba. Fue dos veces exiliado por los emperadores bizantinos contrarios al culto de las imágenes, falleciendo debido a los sufrimientos que le fueron infligidos.








Ayude a difundir el mensaje de Fátima
Alianza de Fátima | Donaciones | Solicite visita de la Virgen | Tienda Virtual

Campaña promovida por la Asociación Santo Tomás de Aquino
Tomás Ramsey 957, Magdalena del Mar - Lima - Perú
..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... .....