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«Tesoros de la Fe» Nº 176

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San Juan Eudes

Precursor de la devoción a los Sagrados Corazones

Fundador de dos congregaciones religiosas y de seis seminarios, fue un gran predicador popular, emprendió más de cien misiones. Dejó escritas innumerables obras ascéticas y místicas.

PLINIO MARÍA SOLIMEO

San Juan Eudes Nació en la pequeña ciudad de Ry (diócesis de Séez, en Baja-Normandía, Francia),el día 13 de noviembre de 1601. Su padre, Isaac, intentó seguir la carrera sacerdotal, pero fue obligado a abandonarla debido a la muerte de casi toda su familia, víctima de la peste. Se dedicó entonces a la agricultura, ejerciendo también las funciones de médico rural. Rezaba diariamente el breviario y rivalizaba en virtud con su esposa, Marta.

El primogénito de los siete hijos que tuvieron, Juan Eudes, fue más “fruto de la oración que de la naturaleza”. Por eso se lo ofrecieron a Nuestra Señora del Socorro, en acción de gracias por su nacimiento y no ahorraron sacrificios para darle una buena educación religiosa y temporal.

El niño correspondió al desvelo de sus padres. A los 14 años hizo voto de perpetua virginidad. En aquella época, fue enviado al colegio de los padres jesuitas de Caen, donde estudió con brillo humanidades, retórica y filosofía. Desde muy pequeño, por inspiración del divino Espíritu Santo, Juan Eudes tenía una profunda devoción a los Corazones de Jesús y María. En 1618 ingresó a la Congregación Mariana del colegio, para incrementar aún más su devoción a la Santísima Virgen. Recibió entonces de la Madre de Dios numerosas gracias.

En 1623, deseando hacerse sacerdote, entró en la Sociedad del Oratorio de Jesús, fundada poco antes por el famoso cardenal de Bérulle. El fundador concibió una tal estima por Juan Eudes, que lo hacía predicar en público antes de su ordenación sacerdotal.

Esta se dio en 1625. Apenas ordenado, fue a cuidar de los apestados. Pasó después al Oratorio de Caen, teniendo en vista prepararse para su carrera misionera.

Recogimiento forzado por dos años

Desde los 22 años de edad, trabajó incansablemente en el campo de las misiones populares. Predicador nato, se hizo famoso como misionero. Se decía que desde san Vicente Ferrer, Francia no había tenido uno mayor que él. Maravillosamente bien dotado para la elocuencia popular, entusiasmaba a las multitudes y lograba copiosísimos frutos de penitencia. Impugnaba con vigor todos los vicios, cortaba de raíz los escándalos y a todos predicaba la verdad salvadora. Su ardiente caridad que manifestaba en el confesionario atraía a los penitentes, porque él, al fulminar los vicios, sabía apiadarse del pecador.

El año 1641, san Juan Eudes cumplía 40 años de edad. Fue entonces atacado súbitamente por una grave enfermedad, que lo obligó a un reposo forzado, absoluto, durante dos años. La Providencia Divina quería que él se preparase en el recogimiento para una nueva fase de su vida, tal vez la más provechosa:

“Dios me dio estos dos años para emplearlos en el retiro, para entregarme a la oración, a la lectura de los libros de piedad y a otros ejercicios espirituales, a fin de prepararme mejor para las misiones”.

Al recuperar la salud, se lanzó nuevamente a la vida misionera con nuevo fruto. Sin embargo, se afligía al ver los resultados poco duraderos de las misiones. Atribuía eso a la falta de pastores cultos y piadosos que continuaran la acción de los misioneros, manteniendo encendido el fervor adquirido durante las misiones. Para ello faltaban seminarios en los cuales los seminaristas recibiesen, a la par que las virtudes propias de su sagrado estado, preparación para ejercer los oficios de su ministerio con relación a las misiones.

Si no había seminarios, ¿por qué no fundarlos? Muchos lo aconsejaban en ese sentido. Pero, debido a las oposiciones, él titubeaba frente a tamaña responsabilidad.

De otro lado, en las misiones él había convertido buen número de mujeres perdidas. Tocadas por la gracia, ellas querían expiar, en una existencia consagrada, su mala vida. El misionero las reunió en una casa alquilada. Pero era difícil dirigirlas sin que estuvieran atadas por votos religiosos. ¿Qué hacer?

El encuentro con Marie des Vallées

Fue entonces que, a mediados de 1643, cuando predicaba en la ciudad de Coutances, recibió uno de los mayores favores de su vida, como él mismo declara, al encontrarse con Marie des Vallées, una virgen favorecida por fama de santidad. Hija de agricultores pobres, atraía las miradas de todos cuando trataban con ella sobre cosas de la religión. Inteligente, bella, rehusó diversas propuestas de matrimonio, pues había escogido a Jesucristo como su único Esposo.

Habiéndose ofrecido como víctima expiatoria por los pecados del mundo, uno de sus pretendientes recurrió a la brujería para hacerla cambiar de idea y lanzó sobre la joven un maleficio obtenido de una bruja, que poco después moriría en la hoguera. Inmediatamente Marie des Vallées fue poseída por el demonio.

El príncipe de las tinieblas tuvo así poder sobre su cuerpo, pero no podía penetrar en su voluntad. Frailes y obispos la exorcizaron sin éxito.

Marie des Vallées aceptó con docilidad el hecho, sometiéndose resignadamente a la voluntad de Dios.

Así, hasta en medio de las peores crisis provocadas por el padre de la mentira, ella no perdía su admirable calma y fe invencible. En los momentos en que el demonio la dejaba, ella rezaba, trabajaba y hacía penitencia por la conversión de los pecadores.

A pesar de las crisis y de las tentaciones, pasó por casi todos los fenómenos de la vida mística, inclusive, la unión de voluntades con el supremo Señor del cielo y de la tierra. Durante dos años sufrió en espíritu los suplicios del infierno y durante doce participó de los tormentos de Cristo.

Culto a los Sagrados Corazones de Jesús y María

San Juan Eudes quedó sumamente cautivado por la virtud de esta mujer heroica. La escuchaba con admiración y respeto, recibía sus consejos con avidez y los seguía escrupulosamente. Durante quince años, Marie des Vallées le ofrecerá una preciosa ayuda y un poderoso apoyo, convirtiéndose a veces en la divina consejera e inspiradora del santo.

San Juan Eudes consagra su familia religiosa a los Sagrados Corazones de Jesús y María

Fue ella quien incentivó a san Juan Eudes a fundar una orden religiosa destinada a la formación del clero en los seminarios y una congregación de religiosas cuya misión sería la regeneración de las mujeres arrepentidas:

“El proyecto es sumamente agradable a Dios, y es Dios mismo quien le ha inspirado” , le dijo ella después de rezar mucho.

Incentivado de ese modo, san Juan Eudes se separó de la Congregación del Oratorio y se dedicó a las nuevas fundaciones. Compuso un oficio en honra del Sagrado Corazón de María y comenzó a propagar el culto a los Sagrados Corazones. Es digno de nota que su prédica sobre la devoción al Sagrado Corazón de Jesús se dio antes incluso de las revelaciones de este Corazón divino a santa Margarita María Alacoque.

Así nacieron la Congregación de Jesús y María , o de los Padres Eudistas , y la de Nuestra Señora de la Caridad del Refugio . El instituto de los Padres Eudistas era secular, como el del Oratorio, y tenía como fin principal la formación de sacerdotes fervorosos, por medio de cursos y ejercicios espirituales. Solo después de concluir esta obra primordial, sus miembros podían predicar misiones en las parroquias.

San Juan Eudes fundó también, para los seglares que deseaban llevar una vida de perfección, la Sociedad del Corazón de la Madre más Admirable , que se asemeja a las Terceras Ordenes de San Francisco y Santo Domingo, y dedicó las capillas de sus seminarios de Caen y Coutances a los Sagrados Corazones. En ellos estableció cofradías en honra de eses Sagrados Corazones.

Persuadido de que no había mejor modo de inspirar una sólida piedad y de mantener un fervor durable que la devoción a los Sagrados Corazones, predicaba por todas partes esta doble devoción, que conocía mejor que nadie.

Al término de las misiones, él establecía una cofradía, la del Santísimo Corazón de María .

San Juan Eudes hizo celebrar la fiesta del Santísimo Corazón de María, por primera vez, en 1648. Y más tarde, en 1672, podía afirmar que esa conmemoración se celebraba en toda Francia. En ese mismo año ordenó que, en todas las casas de su Instituto, se celebrase el día 20 de octubre la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús. El oficio y la misa propia para esas solemnidades fueron compuestos por él, anticipándose a las revelaciones de Paray-le-Monial. En efecto, santa Margarita María tuvo sus revelaciones sobre el Sagrado Corazón de Jesús en 1674, época en la cual tal fiesta ya se celebraba públicamente en la familia religiosa del padre Eudes, con los oficios aprobados por los obispos locales. Por eso, el Papa León XIII, al proclamar en 1903 la heroicidad de sus virtudes, lo denominó “Autor del Culto Litúrgico al Sagrado Corazón de Jesús y al Santísimo Corazón de María” . San Juan Eudes puede ser considerado el doctor de estos cultos, por haber expuesto su fundamento teológico, presentado las fórmulas precisas de su innova ción, determinado su sentido práctico y litúrgico, obteniendo así la aprobación de la Jerarquía y los breves apostólicos destinados a propagar y perpetuar esa devoción.

Perseguido por enemigos internos

San Juan Eudes fue un enemigo declarado de la herejía jansenista, esa especie de protestantismo, que llevaba a las personas a alejarse de los sacramentos bajo pretexto de indignidad. Los adeptos de esa herejía fueron los que más combatieron las devociones predicadas por el santo. Aun no siendo él partidario de disputas públicas y violentas, refutaba a tales enemigos disfrazados de la Iglesia, apoyándose en la doctrina tradicional católica y en las constituciones pontificias.

En 1643, el “sacerdote misionero” Juan Eudes abrió en esta misma casa de Caen, el primer seminario de los padres eudistas. Allí murió el 19 de agosto de 1680.

En el ocaso de su vida, san Juan Eudes tuvo que soportar muchas y pesadas cruces, como enfermedades y lutos por amigos y benefactores; murmuraciones y calumnias, no sólo de parte de los jansenistas, sino también de personas consagradas a Dios que lo acusaban de celo indiscreto; maniobras que pretendían desacreditarlo ante el Papa y el rey de Francia; y, hasta la publicación de un libelo difamatorio. Todo eso lo persiguió hasta la tumba. Antes de su muerte había renunciado al cargo de superior general de su congregación. Preparándose con todos los tesoros espirituales que la Iglesia posee para la última hora, rindió su espíritu el día 19 de agosto de 1680, a los 79 años de edad.

 

Obras consultadas.

* L ES PETITS BOLLANDISTES , Vies des Saints , Bloud et Barral, París, 1882, t. XV, p. 542 y ss.

* F RAY JUSTO PÉREZ DE URBEL OSB, Año Cristiano , Ediciones Fax, Madrid, 1945, t. III, p. 381 y ss.

* E DELVIVES , El santo de cada día , Editorial Luis Vives, Zaragoza, 1948, t. IV, p. 503 y ss.

* C HARLES LEBRUN , Saint John Eudes , The Catholic Encyclopedia, t.

V, online edition, www.NewAdvent.org.



  




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