Todo sobre Fátima
Tesoros de la Fe Donaciones Tienda
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San Miguel Febres Cordero Muñoz Conversación íntima entre una madre y su hijo Ex voto Oración para el estudio Lourdes: milagros físicos para el bien de las almas La enorme responsabilidad de los padrinos de bautismo Regreso a la caligrafía para no perjudicar la educación Dos concepciones de la sociedad Misión diplomática en Londres La traición de Judas San Albino de Angers ¿A dónde y por dónde he de ir? Flevit super illam La visita a los Monumentos Verdadera y falsa derecha según el P. Garrigou-Lagrange, O.P.
El Milagro de la Santa Casa de Loreto
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El Milagro de la Santa Casa de Loreto
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ISSN 1998-0558
(versión on line)
Nº 4 - Abril de 2002 - Año I
“Si amamos a Dios sobre todas las cosas, inmolémonos por Él. Si amamos al prójimo como a nosotros mismos, démosle la Fe, nuestro mayor Tesoro” – Plinio Corrêa de Oliveira



ESPECIALES
Las Apariciones del Ángel de Fátima
Antes de las apariciones de la Santísima Virgen y como preparación para ellas, los pastorcitos tuvieron tres visiones de un ángel a lo largo de 1916. Éste se les presentó bajo la apariencia de un joven, transparente y de una gran belleza.

LECTURA ESPIRITUAL
¿En qué consiste la perfección cristiana?
La vida espiritual consiste en conocer la infinita grandeza y bondad de Dios, junto a un gran sentido de nuestra propia debilidad y tendencia hacia el mal; en amar a Dios y en detestarnos a nosotros mismos, en humillarnos delante de Él.

LA PALABRA DEL SACERDOTE
¿Cómo tener certeza de nuestra fe y cómo perderla?
Aumenta cada día el número de los que no tienen fe. Unos titubean, otros dudan, otros incluso escarnecen de los que tienen fe. Con eso corremos el riesgo de quedar nosotros mismos inseguros en nuestra fe. ¿Cómo podemos tener certeza de la verdad de nuestra fe?

VIDAS DE SANTOS
Santo Toribio de Mogrovejo
El Santo Arzobispo es un nítido ejemplo de cómo Nuestra Señora infundía el espíritu católico en los llamados a la altísima tarea civilizadora proporcionándole una gran ternura con los indígenas manifestada en las jornadas increíbles con que visitó repetidas veces su extensa y abrupta diócesis, sin importarle ninguna dureza, ningún obstáculo, ningún padecimiento.
 

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